Luchando con mis demonios: Cómo vencer la timidez, la pereza y más
Lo bueno en la vida no viene de forma fácil.
Si fuera fácil conseguir los objetivos grandes, todo el mundo sería ya bilingüe, con un millón de dólares en el banco y fantásticos abdominales.
Yo, de esta lista, solo he conseguido ser bilingüe.
Y eso tampoco fue fácil.
Mis luchas diarias son varias… y con este artículo quiero dejar claro que mi dominio del español, mi éxito como escritor y bloguero y todo lo demás no se debe a que yo sea una persona especial…
Porque no lo soy.
No creo que tenga ningún don especial. La verdad es que se me dan mal tantas cosas que es algo vergonzoso.
Es simplemente cuestión de que lucho con mis demonios – todos los días – y con el tiempo voy venciéndolos.
Si yo lo puedo hacer, ¡todo el mundo puede hacerlo!
Vamos allá…
Mi lucha para vencer la timidez
Eso no lo cree nadie que me conoce en los últimos años, pero en algún momento de mi vida era muy tímido. No tenía casi nada que decir a nadie, hasta el punto de que incomodaba a los demás con mi silencio.
Ahora me da risa pensarlo…
Pero en aquel momento parecía serio. Y una cosa que me ayudó mucho para vencer la timidez era aprender el español.
¿Por qué?
Pues porque en mi segundo idioma ya sabía que la gente iba a reírse de mi cuando hablaba. Y así dejé de tomarme tan en serio.
He pensado mucho en este tema del miedo al hablar inglés y uno de los mejores consejos que tengo es: aprende a reírte de ti mismo. Luego, cuando metes la pata al hablar, tú te ríes antes.
Y si la otra persona empieza a reír, mejor.
Estáis pasándolo bien juntos. Compartiendo un momento agradable.
Ahora después de más de 12 años en España, me sigue pasando – sigo hablando un español imperfecto, y me da igual.
Una cosa que me pasa: por las mañanas voy a una cafetería donde hay una camarera con hermosos ojos negros y una mirada penetrante.
Dios mío.
Solo de pensarlo mi corazón se para un momento.
Más de una vez llego a la cafetería, la chica me hace esta mirada profunda, y se me olvida por completo el español.
Y me río, y me hago el guiri perdido que no sabe qué está haciendo fuera de su país, y ella se ríe, y toda la experiencia me alegra la mañana.
(Ella pensará que soy imbécil, quizá, pero eso da igual…)
Pues, eso… Ríete de ti mismo.
Se puede vencer la timidez. Porque…
“El héroe y el cobarde sienten lo mismo, pero el héroe usa su miedo… mientras que el cobarde huye. Es lo mismo, el miedo, lo que haces con él es lo que importa.”
En todo eso, ahora mis amigos me dicen “Daniel, eres tan afortunado de ser una persona extrovertida.”
¡Ja!
Si supieran.

Muerto del cansancio y cubierto de barro el otro día en Puerto de la Morcuera, al norte de la Comunidad de Madrid. Un día genial, pero también muy difícil.
Seguimos con…
Escribir es difícil – y en un segundo idioma más
Pues, eso. No es difícil como otros trabajos que he tenido. Y supongo que no es difícil como ser minero o obrero de construcción o algo así.
Escribir es divertido cuando te sale bien, cuando te fluye.
Si no, es bastante doloroso.
A veces paso toda la mañana luchando con una idea, no hago progreso, lo que he escrito es una basura y siento que no he conseguido nada. Toda una mañana perdida – y ni siquiera he sido capaz de disfrutar del proceso.
A veces vierto mi alma en algo y (casi) nadie lo lee ni lo comenta.
Tengo que leer comentarios desagradables sobre mis habilidades y mi persona en Amazon y YouTube. La gente gasta 3 dólares en un ebook dicen que es estafa porque no aprenden inglés de forma inmediata.
Y bueno. Más cosas así.
Pero al final, he llegado a confiar en el proceso. Sigo escribiendo y publicando cosas. A veces son exitosas y a veces no.
Y me conformo con no saber antes si algo es buena idea o no… porque mañana siempre puedo levantarme y hacer algo nuevo.
Los detractores también son una señal de que estoy haciendo algo importante. Si una persona se esfuerza en dejarme 20 comentarios negativos, pues, por lo menos está comentando.
He llegado a alguien.
Y siempre tengo en cuenta: Si haces cualquier cosa interesante o importante en esta vida, vas a tener detractores.
Haters gonna hate, as we say in English.
Contesto a los comentarios negativos si son inteligentes, y si no los borro. Y luego me pongo a escuchar un poco de Taylor Swift y me olvido del tema.
No me gusta la tecnología
Bueno… debería matizar un poco. Me gusta lo que puedo hacer la tecnología. Y me gusta el hecho de que pueda llegar con mis ideas a millones de personas con la tecnología.
Me gusta la tecnología cuando es muy fácil de usar y cuando me hace la vida más fácil.
Pero por el otro lado, no tengo mucho interés en entender en profundidad lo que estoy usando, ni en temas de informática, ni lo qué está pasando ahora mismo en Silicon Valley.
No sé cómo funciona lo de internet, no entiendo el 99% del código que hay detrás de una web como ésta.
Básicamente me da igual.
De hecho, hace poco compré una nueva cámara, que saca muy buenas fotos.
Abrí la caja, toqué un par de botones y ya. No he pasado ni 5 minutos con el manual… y supongo que no lo voy a hacer nunca.
(No estoy recomendando esta estrategia, es simplemente lo que hago yo… sé que debería luchar contra este demonio y esforzarme más con la tecnología.)
Pero casi cada día hablo con alguien que dice “quiero poner un blog pero no sé cómo”.
Pues, no hace falta saber cómo. Lo buscas en Google, o te vas a WordPress.com (o aún más fácil, tumblr.com) y lo tienes en 10 minutos.
Y si me invitas a un par de cervezas lo hago yo, y te enseño qué hay que hacer.
Hoy en día, no hace falta saber nada para parecer muy tecnológico. Es simplemente cuestión de encontrar buenas herramientas que son fáciles de usar.
Si yo puedo ser bloguero y YouTuber a pesar de que no me guste la tecnología, puede hacerlo todo el mundo. Solo tienes que esforzarte para crear los contenidos – crear algo útil o interesante – y seguir luchando con las herramientas hasta que hagan lo que tú quieras.
Lo bueno es que los que desarrollan estos nuevos productos lo hacen para gente como yo. Gente incompetente. Y así la buena tecnología no tiene que entenderse, sino usarse.
Por último…
Soy perezoso por naturaleza
Otra cosa que no se lo cree nadie que me conoce ahora, pero soy perezoso por naturaleza.
Preferiría mirar dibujos animados y comer donuts a trabajar. Y algunos días lo hago.
Cuando hace sol, solo me apetece ir al parque a leer un libro. No quiero estar aquí con el ordenador… y eso es especialmente problemático porque vivo en una ciudad con 300 días de sol al año.
Quizá sería más productivo viviendo en Londres.
También hago deporte 3 o 4 días por semana, pero solo consigo hacerlo porque me pongo un horario y lo tengo mentalizado – y hago cosas que son intensas y no toman mucho tiempo.
Para inspirarme, funciona muy bien la presión social: cuando voy a clases de boxeo, muchas veces soy el único ahí que no tiene 23 años. Para no parecer el viejo gruñón delante de los más jóvenes, me callo y hago el trabajo…
Y luego vuelvo al sofá para mirar dibujos y comer donuts.
Uno podría pensar que ser autor y todo eso supone mucho trabajo. Y hasta cierto punto sí. Pero he descubierto que más que trabajo requiere concentración.
Concentración y manejo del tiempo.
Así he creado un sistema para trabajar con mi propia flojera: hago lo más importante en un bloque de dos o tres horas por la mañana, y luego me doy permiso de tomar el resto del día libre.
Si hago un par de horas de trabajo para conseguir mi objetivo más grande del día o la semana, eso ya es suficiente. Y lo demás es un bonus.
Tengo que decir que en realidad mi día laboral se extiende a 6 o 8 horas o más algunos días. Pero lo importante está hecho por la mañana, y ya he ganado el día antes de las 11 de la mañana.
Este concepto lo explica Stephen Covey en 7 hábitos de la gente altamente efectiva – uno de mis libros favoritos, por cierto: si tienes un plan y te enfocas en hacer lo importante, eres imparable.
Si no tienes plan, no importa mucho qué haces en tu día a día para conseguirlo.
Y si tienes plan pero no te enfocas en tus prioridades, es fácil frustrarte y dejar el plan antes de terminar.
Así tengo mi sistema de planificar la semana, y consigo mis objetivos aunque muchos días haga menos en vez de más.
Si te ocupas de las cosas grandes, las cosas pequeñas se ocuparán de si mismos. Aunque también te ayuda desarrollar los hábitos pequeños.
En fin…
Cuando hablo con los demás sobre plantearse y conseguir sus objetivos más grandes, una creencia que tienen muchos es que “eso es para gente que tiene un don especial”.
Lo que he querido decir aquí es que no creo que tenga ningún don especial – y que probablemente tú eres una persona más capacitada que yo para la mayoría de las cosas.
Si algo he conseguido en lo que va de vida, es porque lucho contra estos demonios todos los días: lucho para vencer la timidez y la flojera, lucho con la dificultad de esta profesión que he elegido y la tecnología que lo hace posible.
Lo importante es simplemente luchar – porque la vida es corta como para ponerte tus propios límites a lo que puedes conseguir.
Y con eso, veo por la ventana que hace sol. Es el 30 de diciembre, casi año nuevo, y ya he cumplido con mi objetivo #1 para el día, que era terminar este artículo.
Me voy al parque… o a tomar café.
A ver si hoy consigo decirle algo inteligente a la camarera.
Buen día,
Daniel.
P.D. ¿Qué piensas? ¿Cuáles son tus demonios? Y más importante, ¿qué haces para luchar contra ellos? Avísame aquí mismo, en los comentarios. ¡Y no te olvides de compartir!