Aventuras con el inglés en el norte de Europa
Hace frío en Amsterdam. Son sólo las siete y media de la tarde, pero se puso el sol hace ya 3 horas, y la temperatura sigue bajando.
Estoy esperando el tranvía en Leidesplein, una plaza de las más transitadas de la ciudad, y cuando llega el tren está lleno. El conductor sonríe al abrir la puerta, y dice, “Come on… Squeeze in! Squeeze in!”
Mi mente entra en “modo profesor”–squeeze in? No es muy común como phrasal verb. ¿Cómo es que lo ha aprendido? ¿Todos los conductores de tranvía aquí tienen este nivel de inglés?
¡Hola de nuevo a todos! Estoy aquí, de vuelta a la vida madrileña, después de unos días en el norte de Europa. Fue mi primera vez en aquella parte del mundo y tengo que decir que estoy encantado–concretamente visité Bruselas, Brujas (o Bruges o Brugge) y Amsterdam. Estoy realmente impresionado con el nivel de vida por ahí, con la arquitectura y la belleza de los sitios, y sobretodo con el nivel de inglés que tienen.
Había oído que en el norte todos hablan inglés, pero sinceramente tenía dificultad en creérmelo. ¿Todos? Pues efectivamente, sí, todos hablan inglés. En los 6 días que pasé ahí, me encontré con una sola persona que se negó a hablar inglés. Y un par de personas con niveles no muy altos pero que aún así se esforzaron para hacerse entender. Además, me impresionaba la cortesía que demostraban las personas–el tema de ser siempre polite es muy anglosajón y claro, me gusta mucho. Lo llevo en la sangre.
¿Cómo es que tienen todos un nivel tan alto? ¡Buena pregunta! Supongo que hay varios factores–y uno, por supuesto, es que el idioma (neerlandés / holandés / flamenco) es una lengua de la familia germánica, así que es bastante similar al inglés desde el principio. Como explico en mi libro 6 Claves para Aprender Inglés, la facilidad de aprender un idioma está relacionado con el parecido que tiene con tu idioma nativo.
El español, por ejemplo, tiene mucho parecido con el portugués y el italiano, así que una persona que sabe español puede aprender estos idiomas con menos esfuerzo. Es importante tener en cuenta también que los idiomas del norte de Europa comparten gran parte de su fonética. Los sonidos que se usan en un idioma como el sueco, el alemán, o el mismo neerlandés son muy parecidos al inglés, y eso ayuda.
El castellano con su fonética más limitada (recuerda que en inglés tenemos casi el doble de sonidos) crea ciertos problemas para los hispanohablantes que quieren aprender inglés. Y encima, mucha gente en España pasa largos años estudiando en la escuela sin llegar a escuchar un inglés auténtico y bien pronunciado.
Pero claro, también habrá diferencias entre la enseñanza en España y los países del norte. Escribí hace tiempo un artículo sobre una experiencia que para mi es representativa de la actitud hacia el inglés en España. Resumiendo, me fui a una tienda telefónica y la dependienta estaba con una señora americana. Aunque la chica entendiera todo, se negó a hablar inglés, y se limitaba a escribir lo que quería decir en el traductor de Google y enseñar la pantalla a la señora. Desafortunadamente, el sistema en España tiene una tendencia de enseñar a la gente un miedo a expresarse–Según entiendo, muchos profesores españoles están todavía siguiendo la sabiduría popular, “la letra con sangre entra.”
En el norte parece que pasa todo lo contrario. No sé cómo enseñan el inglés por ahí, pero la gente hablaba con una soltura y una espontaneidad impresionante–cosa que pude comprobar al ser casi atropellado por una docena de bicicletas el primer día que estuve. “Hey man, look out! Watch where you’re going!”
Luego me acostumbré a la idea de estar siempre mirando por todos lados y no había problema. Y la ciudad es muy bonita. Lo recomiendo plenamente a aquellas personas que tengan la oportunidad de ir algún día.
Sí, ya sé qué estás pensando. Estás pensando, “Daniel, uno no puede visitar a Amsterdam sin ir a un puesto de comida en la calle a comer arenque. ¿Comiste el arenque? ¿Qué tal la experiencia?” Pues, sí. Se trata de un plato típico que llaman haring, y se sirve crudo. Además, comí una caballa ahumada.
Comer un bocadillo de pescado crudo en la calle en un frío día de enero es una experiencia que sólo vas a tener en Amsterdam. Estaba bien, no sé… Me gustó más el Stammpot, que es un plato de puré de patatas con chukrut y salchica ahumada. Y el Heineken no me acaba de convencer, aunque sea la cerveza nacional por ahí. Prueba un Duvel en Bélgica si tienes la oportunidad. ¡Muy buena!
Volviendo al tema de los idiomas, tengo una amiga que trabaja en Estocolmo y le he pedido que escriba un reportaje sobre cómo se aprende inglés por ahí, y por qué tienen tanto éxito. Así que pronto tendré más que decir sobre este punto.
Al volver a Madrid me ha chocado un poco el contraste. A los 5 minutos de llegar, estaba entrando en el Metro y había un par de turistas rusos muy confundidos, preguntando a un señor que trabajaba ahí en la estación cómo llegar al pueblo de Barajas. El señor del metro, que por supuesto no sabía inglés no podía decirles nada más allá de palabras como taxi, metro y bus. Así, no pudo ayudarles. Bueno. Queda mucho por hacer en España. Y aquí estoy, haciendo mi pequeña parte.
Feliz vuelta a la realidad… ¡El 2015 va a ser muy buen año!
Daniel.
P.D. Después de escribir eso, he pensado que quizá estoy siendo injusto con los españoles. Efectivamente, nunca he probado ir por Madrid como si fuera turista, hablando inglés. Pues, nada… ¡Lo haré! Será un experimento interesante, y volveré con lo que descubro dentro de un par de días. ¡Hasta pronto!
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